El índice de precios al consumo (IPC) es un indicador
que mide la variación de los precios de una cesta de bienes y servicios en un
lugar concreto durante un determinado periodo de tiempo.
Este índice se utiliza para medir el
impacto de las variaciones en los precios en el aumento de coste de vida. Para
ello selecciona productos concretos, que se asemejan al consumo de
la una familia, como pueden ser determinados comestibles, calzado y textil,
carburantes, transportes, servicios… y realiza un seguimiento de sus precios
durante un tiempo delimitado y concreto, que suele ser trimestral y anual.
El IPC sirve para recoger los
incrementos de los precios y del coste de vida, por tanto, en ocasiones se
suele confundir con la inflación, aunque bien es cierto que el IPC, al contar
con una gran variedad de productos de
diferentes sectores, puede recoger en buena medida la inflación,
es decir, el incremento de los precios.
El IPC debe contar con dos rasgos fundamentales para
que sea cierto:
- Debe ser representativo y fiable, de forma que se
seleccione una muestra representativa y ponderada de todos los productos y
servicios de los principales consumidores.
- Debe ser medible y comparable en tiempo y
espacio, esto es, que se pueda asemejar y comparar con la misma medida en
diferentes tramos de tiempo y además sea semejante al resto de países.
El objetivo del IPC es medir la evolución de los precios de los bienes y servicios representativos de los gastos de consumo de los hogares de una región. Los usos que se le suelen dar son:
- Indicador de inflación (sabiendo que el IPC no incluye los precios de los consumos intermedios de las empresas ni de los bienes exportados).
- Deflactor de las cuentas nacionales (o contabilidad nacional) y de otras estadísticas.
- Estimador del costo de vida (sabiendo que el IPC no puede ser un índice de costo de vida por tener grandes diferencias con él).
- Se usa también para invocar las cláusulas de revisión salarial.
0 Comentarios